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martes, 29 de noviembre de 2011

CRISIS. UNA NUEVA ACEPCIÓN, por Vicente Adelantado Soriano, de Valencia, España

Según el Diccionario de la Real Academia Española, crisis equivale a cambio, a una salida de la situación actual ya sea para bien o para mal. Es decir la crisis es, o debe ser, un rompimiento con la situación anterior, sea esta la que fuere. La palabra crisis, por esto mismo, se utiliza para todo: para una enfermedad, tiene que hacer crisis; para un gobierno inoperante, está en crisis; para una angustia vital, estoy en crisis; o para anunciar el prólogo de la muerte: está en estado crítico. Estas definiciones han sido válidas hasta hoy en día. Ahora, como se sabe, estamos en crisis. Ya llevamos varios años con una grave crisis a cuestas, y no sabemos todavía si nos van a mandar a sala, a la UCI, o al departamento de últimas voluntades.
¿Qué significa la palabra crisis en la actualidad? ¿Ha añadido esta nueva crisis algún matiz que no tenía antes la palabra? Veámoslo.
Ha sido por culpa del uso y del abuso de la palabra crisis cuando se ha abierto la interrogante: ¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Qué es lo que ha provocado esta angustiosa crisis? ¿Qué es lo que ha sucedido? Nadie lo sabe a ciencia cierta, o nadie parece saberlo, pues unos remiten a una o varias películas, otros a un puñado de libros, los demás allá a dos o tres periódicos y a varios panfletos, o a una charla ininteligible hasta para ellos mismos. Así que después de ver las dos o tres películas de marras, leerse varios libros, algunos periódicos, y varias cosas más, se sigue sin saber qué es esto de la crisis y qué cosas la han provocado. Todo en esta vida, sin embargo, es relativo. Y no sabe, por ejemplo, qué es lo que nos ha conducido a esta crisis; pero sí se vive, en propia carne, que todo el monte, con la sufrida crisis, se ha convertido en orégano, o en algo similar a Sierra Morena, pero con el añadido de que no son ahora los José María el Tempranillo o los Diego Corrientes los que roban y atracan al sufrido viajero sino los que ya tienen los bolsillos bien llenos y quieren tenerlos más. El lema de la crisis podría ser A río revuelto, ganancia de pescadores. Y ya se sabe quiénes son los pescadores. Por lo tanto sí que tiene un nuevo matiz la palabra: es la justificación para ganar más dinero unos a costa de perderlo otros. Nada nuevo bajo el sol aunque el Diccionario de la Real Academia Española no tenga en cuenta este matiz o acepción.
¿Y En qué cosiste la crisis? Por lo que se ve en tener carta blanca los políticos, y los que no son políticos, para hacer lo que les de la gana. Y lo que les da la gana es lo de siempre: recortar sueldos, recortar avances sociales, recortar prestaciones, recortar inversión en educación y sanidad, recortar pagas, recortar pensiones, recortar convenios, pero sin recortarse ellos ninguno de sus privilegios, por supuesto. Y aunque lo hagan, no es lo mismo una rebaja en un sueldo de tres mil o cuatro mil euros que en otro de mil, y gracias.
Se ha dicho, hasta la saciedad, que el sistema público de salud tal y como está montado es inviable. Es posible. Pero si de verdad vivimos en una democracia estaría muy bien saber cuánto se invierte en sanidad, cuanto se le paga al clero, por ejemplo, y cuántos políticos y demás cargos tenemos, y cuánto cobra cada uno de ellos. Hasta ahora no se ha oído nada sobre el copago por entrar en una iglesia a oír una misa. Y el abad de lo que canta, yanta. ¿Por qué se tiene que imponer el copago en sanidad y no en la iglesia? Que la sostenga quien la utiliza. Tal vez dejando de pagar al clero el Estado se ahorraría mucho dinero. No sabemos cuánto porque no sabemos lo que cobra la Iglesia. Sí sabemos que en algunos colegios concertados, religiosos, yendo contra la legalidad, contra el convenio, contra Dios, y contra todo principio, pero, claro, la crisis nos justifica, los profesores tienen que pagar las actividades extraescolares de sus hijos. Si a eso se añade la bajada del sueldo y el aumento de las horas lectivas, más el descrédito de profesores y maestros, que ya viene de lejos, tal vez sea una blasfemia llamar rabí a Jesús. Por eso su pobre hija le ha salido tan respondona. Claro es que la niña tiene que hacer frente a una enorme crisis, ¿también de valores?
Para poder tirar hacia delante, dicen, el Estado tiene que ahorrar; y para poder ahorrar tienen que sacrificarse los de siempre, cómo no. Los políticos, hasta los de más baja estofa, no pierden ni uno de sus privilegios, y nada se descuentan de sus abultados sueldos por no hacer nada. Hablan mucho, eso sí, parecen las cotorras del pueblo, tratando de convencernos de que estamos en medio de una enorme crisis de la que saldremos haciéndoles caso a ellos. ¿Y de verdad estamos en una crisis? Sí. Se nota, al igual que en la época del bandolerismo, en toda la ilegalidad que reina. Una ilegalidad de guante blanco, por supuesto. Al menos los bandoleros se jugaban el tipo frente a los migueletes. Para que luego digan que los tiempos no cambian que es una barbaridad. Así que sí se puede añadir un nuevo matiz a la palabra. Crisis: dícese del momento que aprovechan políticos, banqueros y empresarios para ganar más pagando menos. Véase también crisis de valores: aprovechar la crisis económica para cobrar por todo menos por trabajar.
Algún día lejano, que no veremos nosotros ni nuestros hijos, podremos prescindir, entre otros, de los políticos. No perdamos la esperanza.

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